El bar se cuela en las librerías
Me llevo este libro y me ponga un vino. O me ponga un vino y me llevo ese libro. ¿Qué fue primero, el huevo o la gallina? ¿Se trata de bares- librerías o librerías-bares? ¿Qué deja más margen de beneficio, un café o un libro? Muchas veces cuando entramos en una de estas librerías o cafés o bares, o lo que quiera Dios que sean, nos hacemos muchas de estas preguntas. Cuál es la razón por la que una librería tiene que convertirse en bar, o como poco ofrecer una copa de vino o un café a sus lectores y convertirlos en feligreses de barra y palillo. Algunos dicen que quieren crear un espacio donde las personas puedan reunirse a hablar de sus escritores favoritos o de los libros que han leído o que van a leer. ¿Pero es que eso no se hacía ya antes? ¿Es necesario convertir la librería en un bar? La idea es atractiva e incluso nosgusta, pero lo que no cabe de ninguna manera es que se vea como algo normal. Los libreros y libreras no pueden verse obligados a ofrecer cervezas y cacahuetes a sus clientes. Incluso hay "personalidades" de mundo libro que lo alientan. «Reiventense, ofrezcan algo más», se ha llegado a escuchar en foros culturales internacionales. Pues nada. Esa debe ser la solución al problema del libro y suponemos que será extrapolable. Así que habría que pedir a los comercios de ropa, zapatos, móviles, productos de limpieza, a todo el pequeño comercio en general, que cuando entremos a probarnos un sostén nos ofrezcan antes un vinazo de Cariñena y unas olivas de Belchite.
En fin, que ya no vale sólo con vender libros, hacer presentaciones, teatro, exposiciones, cuentacuentos, acoger clubes de lectura, regalar marcapáginas, vender tazas, camisetas y desarrollar o participar en cien mil actividades relacionadas con la cultura. Ahora, además, tienes que aprender a servir cerveza con un dedito de espuma, o dos.